Sombrero Verde

Anoche, un viento frisado por la espalda me remeció y logró despertarme. Casi silbaba. Un solo rayo de luz que provenía de la ventana posterior ayudo para iluminar lo que mis aletargados ojos no podrían ver. Lentamente me levante de la cama y camine hacia la puerta, una pequeña bruma se escapaba por debajo de ella. La manilla no hacia más que girar ante el intento de abrirla, pero al cabo de un minuto, frenó de golpe. La puerta se abrió. Un frío pasillo y una atmósfera densa reinaba en aquel lugar. Al fondo se encontraba una ancha y vieja escalera; pero aún, por extraño que fuera, seguía siendo mi casa. Su musgosa textura y su deformada silueta creaba en ella un aspecto fantasmal. La sangre chorreaba lentamente por las murallas, pero no era un espectáculo pavoroso, al contrario, el color rojizo de la sangre y su espesa densidad lograba que pareciera una peculiar obra de arte. Cada tablón crujía al entrar en contacto con mi pie. Mis manos resbalaban del soporte. La escalera se elevaba y se perdía en el cielo. Pero aun seguía subiendo. ¿Qué buscaba? ¿Qué me hacia falta?. Luego de 5 interminables minutos, casi por arte de magia apareció una puerta a mi costado derecho. Me costó descubrirla, ya que se mimetizaba con el rasgado papel mural. Entro, un paso a oscuras y el vacío. Caía cada a vez a mayor velocidad pero de repente… puf. Sentado en un polvoriento sillón. Como si nada. Frente a mis ojos había un pasillo con extraño aspecto de hospital, Abandonado. El mismo aire espeso de antes pero en vez de haber sangre en las murallas, eran poseídas e iluminadas por una especie de rayos, algo así como un cortocircuito. Me levanté y emprendí el paseo por aquel lugar, pasado unos 50 metros, a mi izquierda apareció un salón con una mesa u escritorio, un par de sillas; y, casi mimetizada una “especie” de secretaria. Vieja, no lo sé, la luz no era muy buena y ella tampoco se mostraba mucho. Durante 25 segundos nos miramos a los ojos y ella inmóvil. De repente, Dice: Galo. Pasa. Una puerta se abrió de golpe y una fuerte luz salió de ella. Me asomo y veo - esperando que mis ojos se acostumbren a la luz – una gran habitación, moderna, limpia, con una especie de camilla en el medio. Me tiendo en ella y el rostro de un caballero aparece sobre mis ojos. Estamos listos?, pregunta. Yo tranquilamente – y me extrañé por eso – le dije si. Sacó un extraño utensilio de una bandeja y lo colocó en mi oído. Le dió tres vueltas, una para la derecha y dos para la izquierda. Mi cabeza empieza temblar junto a un piiii continuado. Como una tapa, o una lata de atún, mi cerebro (placa madre) quedó al descubierto. Una intrincada y complicada red de cables, chips y discos duros. Durante seis horas el avezado y perito doctor desfragmentó cada disco, vació la papelera previa consulta a mi persona, reordeno información, agregó componentes y actualizó los antiguos. Le comenté que algo tenía que hacer o pensar, pero que no me podía acordar. Tranquilo, si para eso estas acá, Comentó y esas fueron sus últimas palabras hasta el final del proceso. Luego me mantuvo en off durante seis horas más, para que el cerebro se acomode a los cambios. Cuando me desperté estaba firmando unos papeles sobre el escritorio de la secretaria. Ella me miró tiernamente y me entrego un plumón negro y el certificado de actualización. ¿Para que mierda es el lápiz?, le pregunté. Es la chispa. dijo maquiavélicamente. No comprendí lo que quiso decir. A la vuelta el pasillo se me hizo mas eterno, y las murallas eran, ahora, puros espejos. Pero no me veía. Donde estaba el sillón había una entrada a una especie de ascensor que irradiaba ondas (es lo que sentí en el momento). Me subo y al cabo de unos segundos se precipita al vacío a una velocidad vertiginosa. Puff. Negro. Todo oscuro. Abro los ojos lentamente y observo mi pieza tal como era, salvo una consigna escrita en la muralla con grandes letras negras y a manuscrito que decía:

“DEBO ESCRIBIR MAS SEGUIDO”. ………………………………….LOADING…………………………………