Presidentes por un día.

Mirando al pasado, me encuentro con la historia de nuestro país, la cual esta marcada de sinsabores, polémicas, luchas y orgullo. Los cambios generados a partir de nuestra independencia han marcado lo que es el Chile actual y sus presidentes, aún más. Aunque nos hemos caracterizado por gobiernos extensos, existen en nuestra historia, personajes efímeros, dictadores de poca duración, y alguno que otro gobernante por accidente.

Ignacio de la Carrera, fue nuestro primer gobernante y el de más corta duración: 1 día. Luego el primero en obtener el cargo de Presidente fue un argentino llamado Manuel Blanco Encalada quien sólo duró dos meses a la cabeza del gobierno.

Solo cinco meses duró nuestro segundo presi, Agustín Eyzaguirre (de spt de 1826 a enero del 27) un tal Novoa, acompañado por el general Campillo entraron al Congreso montados a caballo y lo derrocaron. Luego vendría José Tomás Ovalle, que antes de que alguien lo derrocara se murió de tuberculosis. La ciudad nortina de Ovalle debe su nombre a este mandatario.

Antes de la batalla de Lircay (1830) sucedieron otros personajes: Freire por un año, Fernando Errázuriz por unos meses y Francisco Antonio Pinto por algo más de un año. Entre medio varias veces el cargo salto de un lado a otro sobre variados senadores y hombres públicos.

En agosto de 1910 murió en Bremen el Presidente Pedro Montt. Lo debía suceder el presidente del Senado, Elías Fernández Albano, alcanzó a durar unos días en el poder, pues un mal viento que agarró en la iglesia en que se celebraban las honras fúnebres de Pedro Montt, lo llevó directo de la presidencia provisional a la tumba.

Chile no tenia presidente, por lo cual entro a mandar Luis Emiliano Figueroa su gobierno duró los meses que le quedaban al fallecido Montt para completar el periodo. Luego le entregó la banda a Ramón Barro Lucos, que no sabe cómo llegó al final de su gestión, en circunstancias de que padecía una avanzada demencia senil.

Con Alessandri, en los años veinte, el pueblo empieza a ser parte de las decisiones políticas. Luego de unos meses este personaje, al ver que el entonces coronel Ibáñez quería transformarlo en su títere, le entregó la banda a Luis Barros Borgoño, historiador aficionado y eterno candidato a cualquier cargo. Don Emiliano Figueroa, volvió a los coqueteos con el poder, siendo elegido por todos los partidos como candidato presidencial. Luego de una larga siesta mandatorial, Ibañez, su jefe de guerra, tomó el poder.

Pero nada era seguro entonces, y en pocos meses el general perdió su extraordinaria popularidad y fue expulsado por una turba indignada. El vacio lo lleno Pedro Opazo, gobernó un día, el tiempo justo para entregarle el mando a Juan Esteban Montero. Este duró casi un año.

Un día un grupo armado de militares socialistas entró sin anunciarse a su oficina de La Moneda, donde se efectuaba un consejo de gabinete. Ya no había quién parara la fiebre. Doce días de república socialista dirigida por Marmaduke Grove, dieron pasó a los cien días de gobierno del periodista y creador de noticias Carlos Dávila. Caído en desgracia este gran especulador político, de pronto y en un par de horas, la Moneda quedó vacía. El general Bartolomé Blanche debió asumir la Presidencia.

Don Pedro Aguirre Cerda, llamado Don Tinto, duró apenas tres años (1938-1941). Don Pedro es quien ostenta el record, sin disputa, del más querido de los primeros mandatarios, a pesar de que en su gobierno se rompió el Frente Popular, hubo una ruptura en el Partido Socialista y su Partido Radical no le sirvió para nada. Después vinieron varios vicepresidentes de corta duración que trataron de completar el periodo: Jerónimo Méndez, entre 1941 y 1942; Alfredo Duhalde, en 1946, quien en tan pocos días dejó su nombre ligado a la matanza de la Plaza Bulnes, donde falleció la famosa Ramona Parra; y finalmente Juan Antonio Ríos, que murió a la mitad de su gobierno, durante el cual pareció agonizar todo el tiempo. Después, para bien o para mal, nuestra historia política tomó ese tranco de tranquilidad aparente que tanto nos gusta. González Videla, Ibáñez, Jorge Alessandri, Frei, todos ellos completarían sus mandatos, siempre con dificultades graves y ruidos de cañones. El último Presidente breve fue Salvador Allende. Pero esa es otra historia, muy actual como para contarla aún. Habrá que esperar cien años. Creo.